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Armenia y Azerbaiyán: los desafíos humanitarios y diplomáticos del conflicto de Alto Karabaj



Sin movimiento relevantes a nivel diplomático, el riesgo de un resurgimiento de las hostilidades en 2017 es alto; conduciendo a un escenario de bajas civiles y desplazamientos humanos que podrían llevar el conflicto a un marco mayor que el de Nagorno Karabaj. Desde abril de 2016, se ha intensificado el movimiento militar en terreno, con el paso de vehículos de guerra hasta la zona de conflicto, el uso de drones kamikaze y el despliegue de más tropas. Ambas partes cuentan en su arsenal con misiles balísticos capaces de incidir profundamente en territorio enemigo; ambas han mostrado armas nuevas en los desfiles militares del año pasado y han anunciado adquisiciones adicionales. Los recientes estallidos en la frontera internacional han demostrado que ambas partes están preparadas y dispuestas a enfrentarse en una confrontación directa.




Armenia y Azerbaiyan: el desplazamiento del conflicto de Alto Karabaj hacia fronteras internacionalm



Bakú y Ereván son plenamente conscientes de que encontrarían fuertes presiones regionales en caso de conflicto abierto: sus vecinos no tienen ningún interés en la reanudación de las hostilidades, pudiendo provocar un desplazamiento regional de la guerra. Sin embargo, también consideran que las hostilidades podrían jugar a su favor. Bakú describe los acontecimientos de abril de 2016 como una prueba de su potencial para cambiar el status quo territorial a su favor; podría querer intentar inclinar más la balanza hacia su lado si pierde la fe en el proceso diplomático. Ereván en ese caso podría estar determinado a demostrar que la derrota de abril fue un desliz, y no el inicio de un patrón.


La guerra provocó 30.000 muertos y terminó en 1994 con un alto el fuego precario. Armenia había ocupado no solo Nagorno-Karabaj sino una amplia región limítrofe, provocando el desplazamiento de miles de azerbaiyanos. Estas ganancias territoriales nunca han sido reconocidas internacionalmente.


Finalizando, la república de Arsaj no tiene ningún reconocimiento internacional, por lo que sigue siendo una provincia o una región más de la república de Azerbaiyán bajo un gobierno de facto de etnia armenia. Por lo tanto, en los conflictos al día de hoy no se puede ver como una agresión o una invasión de Azerbaiyán sobre Armenia o viceversa, pero sí tiene un claro pretendiente como Armenia para su anexión y Turquía en una clara ofensiva y ese apoyo militar hacia Azerbaiyán como etnias afines para una tener una solución final por el tema de Nagorno Karabaj. Nacionalismos y actos genocidas si deben estar en alerta mundial pues temores de una limpieza étnica en estas zonas de conflicto van de la mano con el pasado y aún están las heridas abiertas en un juego muy peligroso en una Turquía que es miembro también de la OTAN.


En estos momentos se están desarrollando dos conflictos bélicos a las puertas de Europa que apenas merecen la atención de los medios: Armenia y Azerbaiyán mantienen un alto el fuego frágil y forzado por la mediación de Rusia que podría romperse en cualquier momento. El otro conflicto es el que lleva desarrollándose desde hace siete años entre Rusia y Ucrania, y que comenzó cuando Rusia se anexionó la península de Crimea. Para complicar la situación en Ucrania se autoproclamaron las repúblicas de Donetsk y Lugansk, separatistas pro Rusia, y cuyo control ha costado ya miles de muertos. Ambos conflictos, además de los muertos y daños a infraestructuras, han provocado el desplazamiento de decenas de miles de personas.


Ante la ocupación de Abjasia y la región de Tsjinvali/Osetia del Sur por parte de Rusia, los georgianos han depositado sus esperanzas en un mayor acercamiento a la Unión y la OTAN. La Unión ha subrayado reiteradamente su apoyo inquebrantable a la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Georgia dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente, como se destaca en la Resolución del Parlamento Europeo, de 14 de junio de 2018, sobre los territorios georgianos ocupados diez años después de la invasión rusa. La UE apoya los esfuerzos desplegados para resolver el conflicto por el representante especial de la Unión para el Cáucaso Meridional y la crisis en Georgia, la Misión de Observación de la Unión y el Instrumento en pro de la Estabilidad y la Paz de la Unión, que complementan las conversaciones internacionales de Ginebra. El diálogo estratégico UE-Georgia anual sobre seguridad es una prueba de confianza en las relaciones entre ambas partes. Georgia ha realizado también contribuciones importantes a varias operaciones de la política común de seguridad y defensa, sobre la base de un acuerdo marco relativo a la participación de este país, que entró en vigor en 2014.


La guerra de seis semanas, desencadenada por Azerbaiyán, constituyó el mayor estallido de violencia en este prolongado conflicto desde el alto el fuego de 1994. Finalizada el 9 de noviembre de 2020 mediante un alto el fuego con mediación de Rusia, dio lugar a que Armenia perdiera el control sobre una parte de Nagorno Karabaj y los distritos azerbaiyanos adyacentes que había ocupado durante veintiséis años. Todavía está por definirse una solución negociada y duradera al conflicto, que incluya el estatus de la región de Nagorno Karabaj, una antigua entidad autónoma dentro de Azerbaiyán, de población de etnia armenia. Las tensiones alcanzaron un nuevo máximo tras los ataques azerbaiyanos contra objetivos en el territorio de la República de Armenia (es decir, no en Nagorno Karabaj) los días 13 y 14 de septiembre de 2022. La UE sigue comprometida a ayudar a las partes a alcanzar una solución negociada, en particular a través de la mediación del presidente del Consejo Europeo.


La victoria de Azerbaiyán frente a Armenia en la guerra de seis semanas por el control de Nagorno Karabaj entre septiembre y noviembre de 2020 ha reforzado aún más la posición del presidente Aliyev. Como resultado del alto el fuego del 9 de noviembre de 2020, Azerbaiyán recobró el control de los distritos adyacentes a la región de Nagorno Karabaj que llevaban más de veintiséis años ocupados por fuerzas armenias, permitiendo así el futuro retorno de cientos de miles de desplazados internos. También tomó el control de una parte de Nagorno Karabaj, que era una región autónoma en el pasado y que está reconocida internacionalmente como parte de Azerbaiyán, si bien está habitada por población de etnia armenia. Los días 13 y 14 de septiembre de 2022, Azerbaiyán lanzó ataques contra el territorio de Armenia propiamente dicho en una peligrosa escalada. La UE ha subrayado en repetidas ocasiones que aún no se ha encontrado una solución negociada, global y sostenible del conflicto, en particular en cuanto al estatuto de Nagorno Karabaj, y ha intensificado su compromiso para facilitar las negociaciones, en especial a través de la mediación del presidente del Consejo Europeo.


Para 1994, ambos países llegaron a un acuerdo y firmaron el cese de las hostilidades en Bishkek, Kirguistán. Según detalla el experto en política internacional Claudio Fantini, la guerra se congeló gracias a la intervención de Moscú, que logró imponer una especie de pax: si bien Armenia no pudo anexar Nagorno Karabaj, la región permaneció bajo el control de un gobierno autónomo y rodeada por una zona de protección. Esta última, que representa cerca de 20% de la superficie total de Azerbaiyán, fue ocupada por fuerzas armenias al finalizar el conflicto, lo cual provocó el desplazamiento de más de un millón de azeríes. 2ff7e9595c


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